sábado, 5 de octubre de 2013

Aunque tú no lo sepas

Habían pasado unos 17 soles y 5 lluvias antes de volvernos a ver,
de volvernos a ver con las manos los cuerpos, porque mis ojos lo ven siempre.
Mi mente cada noche dibujaba el contorno de su rostro y lo coloreaba de esperanza,
sin embargo cada amanecer despertaba olvidando algo. 
Ahora solo podía dibujarlo en escala de grises, excepto en sus ojos, 
imposible olvidar el color de sus ojos si con cada amanecer el sol se empeñó en recordarmelo.
Entonces, habíamos tardado 528 horas, el uno sin el otro y el otro sin el mismo,
y después de hacernos los educados, me besó
y supe de dónde nacen los arco iris
aunque él no lo sepa.