viernes, 19 de julio de 2013

El manifiesto del desastre.

Debí detenerme el día que me sonrió,
ya le veía entre las cicatrices de sus labios, escrito el final.
De nuevo hice todo lo que no debía,
pero de alguna manera creí que podía mejorar,
e invertí todo mi esfuerzo en ello,
y me vi un día, con las mejores ropas, el mejor cabello, y la mejor actitud
entregándole, casi todo,
por suerte conserve mis medias, las más bonitas.

Esta él, de pie, junto al baño,
y entendí en ese preciso momento 
por qué antes de salir escogí el rimel a prueba de agua, 
por qué quería sacarle una foto en el parque
y por qué sentí escalofríos cuando entre a su casa.
Ya lo entendía todo. 

Lo veo, con mis ojos abiertos y llenos de lagrimas 
tan rojos como mi cabello,
tan tristes como nunca les permití estar.
Mis ojitos se le arrodillaron
suplicándole... no sé que le suplicaban,
pero sea lo que fuera,
él ni se inmuto. 

En ese momento lo entendí todo
menos, por qué seguía latiendome el corazón

lunes, 15 de julio de 2013

Tu nombre

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. 
Trato de escribir que te amo. 
Trato de decir a oscuras todo esto. 
No quiero que nadie se entere, 
que nadie me mire a las tres de la mañana 
paseando de un lado a otro de la estancia, 
loco, lleno de ti, enamorado. 
Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. 
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, 
lo grita mi corazón amordazado. 
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, 
lo digo incansablemente, 
y estoy seguro que habrá de amanecer.

-Jaime Sabines-