Héctor Abad Faciolince
domingo, 23 de agosto de 2015
El olvido que seremos
"Yo aprendí, gracias a su paciencia, todo el abecedario, los números y los signos de puntuación en su máquina de escribir. Tal vez por eso un teclado -mucho más que un lápiz o un bolígrafo- para mí la representación más fidedigna de la escritura. Esa manera de ir hundiendo sonidos, como en un piano, para convertir las ideas en letras y en palabras, me pareció desde el principio -y me sigue pareciendo- una de las magias más extraordinarias del mundo."
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