"Te la regalaba" decía la canción que me sabia a té de durazno
y a propósito, nadie parecía escuchar en aquel bar,
todos parecían escuchar únicamente la sinfonía de sus propios pensamientos,
pero a mi si me encantaba.
En frente, una pareja no combinaba con el ambiente
de tristeza, melancolía y negocios del sitio;
Ellos dándose manifestaciones de amor, o calentura,
me hicieron pensar en lo cortica que es la vida
como para andar sentada tomando té.
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